Ambas partes necesitamos información bidireccional, es decir, los padres necesitan que los maestros les informemos de la evolución de sus hijos, pero nosotros también necesitamos conocer algunos aspectos de los alumnos que sólo nos lo pueden contar los padres. Así pues, la coordinación y la colaboración se hacen indispensables.
Los padres pueden participar en la escuela a través de diversos cauces como son el Consejo Escolar, la AMPA, y más directamente con los alumnos a través de la implicación esporádica o sistemática.
Creo que para conseguir la implicación de las familias es fundamental que les hagamos ver la importancia de esta implicación, porque quizá algunas no entiendan para qué hacen falta en la escuela, en cambio si se lo explicamos, si les hacemos ver que todo funciona mejor con su participación y con la colaboración, ellas vean que de verdad son útiles y se animen a participar más.
Algunas de las actividades en las que les podemos implicar son: talleres de padres en los cuales sean ellos quienes enseñen algo a los niños (talleres de cocina, de cuentos, de manualidades...), invitarles al aula para que cuenten a los niños cosas sobre su profesión, invitarles a una excursión para que nos ayuden con los niños, etc.
En la exposición de las compañeras vimos cómo podemos planificar un taller de cuentos en el que los encargados de llevarlo a cabo son los padres, siempre bajo nuestra supervisión, con unos objetivos concretos y unas actividades muy motivadoras tanto para los padres como para los niños (como la expuesta en clase).
La educación de los niños es tarea de todos, por eso familia y escuela deben caminar en una misma dirección, consiguiendo así el correcto desarrollo de los niños en todos los ámbitos de la personalidad, así como una enseñanza de calidad para todos y entre todos.
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